Comprendiendo el poder del ayuno

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Por Ariel Eduardo Ballesteros Euceda, Estaca El Carmen, Honduras

“El ayuno es más que solamente abstenernos de ingerir alimentos y bebidas; es más bien la manera en que nos acercamos al Señor a un estado espiritual más elevado, donde le demostramos que lo amamos y lo necesitamos”.


A lo largo de mi vida dentro del evangelio de Jesucristo, he llegado a conocer de manera personal ciertos principios y mandamientos que cada vez han cobrado mayor significado para mí y uno de estos es la ley del ayuno. Como suele suceder, a veces es difícil comenzar a vivir esta ley y en mi caso pude aprender acerca del ayuno cuando era un niño.

La primera vez que ayuné, fue difícil para mí comprender por qué debía dejar de comer por cierto período de tiempo y recuerdo sentir que el tiempo pasaba muy lento; definitivamente no lo habría logrado sin la ayuda de mis padres quienes me explicaron por qué debíamos ayunar y que era importante que lo hiciéramos en familia. Mi experiencia con el ayuno fue cambiando a medida que fui creciendo y participando proactivamente de dicha ley, llegué a tomarle importancia a la necesidad de ayunar para poder buscar al Señor en asuntos que consideraba importantes.

 

El ayuno nos ayuda a desarrollar amor, empatía y compasión por los demás

 

Mi perspectiva del ayuno dio un giro cuando tuve la oportunidad de poder servir como misionero de tiempo completo, pues comencé a notar cómo mis propósitos del ayuno empezaban a enfocarse menos en mí y más en aquellas personas a quienes servíamos. Algunas cosas importantes que llegué a aprender del ayuno fueron la oportunidad de comprender que, si yo sentía hambre al abstenerme de alimentos y bebidas, había muchos otros de mis hermanos espirituales que pasaban por esta misma necesidad; de esta manera podía yo sentir empatía, compasión y amor por ellos.

 

 

Nos acerca más a Dios

 

Lo siguiente que pude aprender fue que el ayuno es más que solamente abstenernos de ingerir alimentos y bebidas; es más bien la manera en que nos acercamos al Señor a un estado espiritual más elevado, donde le demostramos que lo amamos y lo necesitamos, es una oportunidad de acercarme más a los demás por medio de un poder de acción llamado servicio el cual todos podemos llevar a cabo estemos o no ayunando, no es solamente solicitar al Padre lo que se necesita, sino también actuar en favor de ello, y al centrar nuestros esfuerzos en bendecir la vida de los demás, también nuestra vida es bendecida con mayor caridad.

 

Nos da guía y fortaleza

 

Recuerdo en el año 2017, mientras servía como misionero de tiempo completo, con mi compañero ayunamos muchas veces para encontrar milagros y oportunidades de servir, luego de ayunar pudimos ver un milagro al contactar a una hermana muy amable a quien le empezamos a compartir el Evangelio junto a su familia. En el hogar de la hermana se practicaba otra fe, entonces ayunamos en favor de la hermana; para ella fue difícil, aunque su respuesta llegó rápido, junto con ella, mi compañero y yo nos esforzamos por poner el Evangelio en acción y esto llevó a la hermana a obtener un testimonio propio y verdadero.

 

Las palabras que encontramos en Helamán son unas de mis favoritas: “No obstante, ayunaron y oraron frecuentemente, y se volvieron más y más fuertes en su humildad, y más y más firmes en la fe de Cristo, hasta henchir sus almas de gozo y de consolación; sí, hasta la purificación y santificación de sus corazones, santificación que viene de entregar el corazón a Dios”.1

Todos somos necesitados, y es por eso que debemos siempre acercarnos más al Señor, pero es mucho mejor cuando nos ayudamos unos a otros a acercarnos al Señor. La oportunidad de poder conocerle y comprenderle de manera más personal es uno de esos grandes tesoros que podemos encontrar al vivir esta ley. Testifico que al hacer estos mandamientos parte de nuestra vida podremos encontrar nuestro propio testimonio del amor puro de Cristo.

 

 

Referencias:

 

  1. Helamán 3:35

 

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