“En lugar de buscar lo que el Señor hará por nosotros, averigüemos lo que podemos hacer por nosotros mismos”.
Brigham Young
Un día mi hija Valentina que tenía dos años de edad en ese entonces, había estado enferma de resfriado. El día anterior la habíamos llevado al médico el cual le indicó que tomara algunos medicamentos, pero aún a causa del resfriado seguía presentando temperatura alta, lo cual nos preocupaba. Estuvimos pendientes de controlar la fiebre y se logró bajar la temperatura. En un momento yo estaba en la sala de nuestra casa y mi esposa con nuestra hija en la habitación, fue entonces cuando mi esposa gritó llamándome a lo cual corrí donde estaban ellas y vi que mi hija estaba teniendo una convulsión. Inmediatamente puse mis manos sobre su cabeza y le di una bendición de salud y en el instante que le estaba dando la bendición la crisis convulsiva se terminó, la cual solo le duró unos pocos segundos.
De modo que fue necesario llevarla a un médico especialista en neurología pediátrica. Se le realizaron varios estudios especializados, adicional a ello tenía que estar tomando medicamentos anticonvulsivos. Después de 18 meses se le suspendió el medicamento luego seis meses más tarde, el 13 de julio del año pasado, tuve la oportunidad de llevar a mi hija a cita con el médico especialista y éste le diagnosticó de acuerdo a todos los estudios médicos que se le realizaron y que además de que no le había ocurrido ningún otro evento convulsivo, me dijo: ¡su hija está completamente sana! Al saber esto me llené de un gozo inmenso por la grandiosa bondad de nuestro amado Padre Celestial porque nos bendice en el momento que acudimos a Él a fin de pedir Su ayuda para resolver nuestros problemas difíciles. Por lo tanto es necesario que logremos ser autosuficientes espiritualmente para bendecir a nuestras familias en todo momento.
El Señor ayuda a los que están dispuestos a ayudarse a sí mismos. Él espera que Sus hijos sean todo lo autosuficientes que puedan ser. El presidente Brigham Young dijo a los santos: “En lugar de buscar lo que el Señor hará por nosotros, averigüemos lo que podemos hacer por nosotros mismos”. (Journal of Discourses, 9, pág. 172).
La independencia y la autosuficiencia son indispensables para nuestro progreso espiritual y temporal. Para poder lograrla, el Señor ha dicho: “Pedid, y se os dará; buscad y hallaréis llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama se le abrirá” 3 Nefi 14:7.
En el transcurso de mi vida he aprendido lo valioso que es atesorar el estudio de las escrituras para tener vidas espiritualmente autosuficientes porque en ellas encontramos las palabras de Cristo y nos indican todas las cosas que debemos hacer. El presidente Gordon B. Hinckley dijo: “Para mí, la lectura de las Escrituras no es el logro de la erudición, sino más bien un acercamiento amoroso hacia la palabra del Señor y la de Sus profetas”. (Gordon B. Hinckley, “Deleitémonos en las escrituras” Liahona, junio 1986).
Para poder comprenderlas es necesario la compañía del Espíritu Santo el cual sabe todas las cosas, al gozar de su valiosa compañía, que viene por mantenernos dignos ello, cambiará nuestro comportamiento, fortaleceremos nuestro testimonio de Jesucristo estaremos en el camino de la autosuficiencia espiritual y nunca nos desviaremos.