La Senda de los Convenios

Por Élder Hugo Panameño, Setenta de Área

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Vivimos en tiempos sumamente difíciles. Las fuerzas del mal están atacando cada vez con más fuerza y a pesar de eso ustedes y yo decidimos seguir el plan que se nos enseñó en la vida premortal y tomamos la decisión de seguir al Salvador y venir a esta tierra para ser probados con el objetivo de crecer y volver a la presencia de nuestro Padre Celestial.  En este viaje de la vida no estamos solos, nuestro amoroso Padre Celestial preparó la manera de vencer cualquier obstáculo mediante su amoroso Hijo Jesucristo, nuestro Redentor y Salvador y Su expiación, si lo seguimos y somos obedientes a Él. 

Hay dos caminos que podemos seguir, uno ancho y espacioso que conduce a la muerte y el otro estrecho y angosto que nos llevara de regreso a nuestra morada celestial. El Señor mismo nos instruyó cuando dijo:


“[…]: Entrad por la puerta estrecha, porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que conduce a la vida, y pocos son los que lo hallan”


Elder D. Todd Christofferson del del Cuórum de los Doce Apóstoles nos enseñó:

“¿Qué es la senda de los convenios? Es aquella senda que nos conduce hacia el Reino Celestial de Dios. Nos embarcamos en esa senda desde la puerta del bautismo y luego “segui[mos] adelante con firmeza en Cristo, teniendo un fulgor perfecto de esperanza y amor por Dios y por todos los hombres [—los dos grandes mandamientos—] […] hasta el fin”. En el curso de la senda de los convenios (la cual, por cierto, se extiende más allá de la vida terrenal), recibimos todas las ordenanzas y convenios pertenecientes a la salvación y la exaltación”.

Es ahí la importancia de entrar en esa senda y permanecer en ella a pesar de cualquier adversidad.

Hace más de 12 años junto a mi familia hicimos un viaje de vacaciones. Al regresar, ya entrada la noche, al lugar previamente escogido donde íbamos a descansar, tuvimos que viajar por más de dos horas en medio de montañas y precipicios en ambos lados del camino, la carretera era muy angosta y para empeorar las cosas había una neblina sumamente densa que apenas podíamos ver una parte de la punta del carro. Me preocupé mucho por nuestra seguridad y bajé la velocidad al mínimo, ya que no podía ver nada y era un camino desconocido para mí.

Mientras oraba al Padre Celestial por su protección, escuché una voz angelical y suave que decía: “Dirígete por la línea blanca”, uno de mis hijos pequeños sabiamente nos dio este consejo. Abrimos las ventanas del lado de la línea blanca que delimitaba la carretera, fijamos nuestros ojos en ella y eso hizo que permaneciéramos en una zona segura lejos del precipicio.

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¿Qué podríamos hacer para permanecer dentro de la senda de los convenios y alejarnos del precipicio de maldad?

  1.  Así como la línea blanca se volvió un punto de referencia seguro en el camino, el mejor punto de referencia en nuestro trayecto terrenal es Jesucristo mismo. Él nos invitó a esto cuando dijo: “Mirad hacia mí en todo pensamiento; no dudéis; no temáis”.

No tengo duda que si nos esforzamos por dar lo mejor de nosotros al vivir y seguir lo que Él nos ha pedido que hagamos y seamos, Él verá nuestro sacrificio, la intención de nuestro corazón y es allí donde si se lo pedimos nos dará su poder habilitador que amplificará nuestro potencial de permanecer en la senda de los convenios que nos conduce nuevamente hacia Él.

  1. Un principio de aprendizaje en el Evangelio es la “repetición”; el hacer convenios con Jesucristo y recibir las ordenanzas del Evangelio es una muestra clara que hemos entrado en la senda de los convenios, ¿pero será suficiente vivir solo de esos recuerdos? ¡Claro que no!

Elder David A. Bednar dijo: “Cada vez que recibimos, repasamos, recordamos y renovamos fielmente los convenios sagrados, nuestras anclas espirituales se fijan cada vez más segura y firmemente a la “roca” de Jesucristo”.

El presidente Russel M. Nelson nos dio una poderosa e impactante promesa cuando dijo: “Esta es mi promesa para ustedes: todo aquel que busque con sinceridad a Jesucristo lo hallará en el templo. Sentirán Su misericordia, encontrarán respuestas a sus preguntas más inquietantes y comprenderán mejor el gozo de Su Evangelio”.

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Al prepararnos para ir al templo regularmente de una manera aceptable por el Señor y repasar y volver a vivir esas ordenanzas que únicamente se llevan a cabo en ese hermoso edificio, sin duda podremos hallar a Jesucristo y sentir Su amor. De la misma forma al prepararnos durante la semana para recibir la santa cena con un corazón lleno de humildad y dignidad ante Cristo, el Espíritu Santo testificará de la verdad, será nuestro compañero constante y nos ayudará a permanecer en esta estrecha y angosta pero segura y hermosa senda de los convenios.

Doy mi testimonio de que a medida que miremos hacia El Salvador como nuestro punto de referencia y seamos dignos de tener el Espíritu Santo en nuestras vidas no importa cuán densa sea la neblina, siempre encontraremos la luz, la fortaleza y seguridad para llegar a nuestro destino final. Cristo vive y Él es nuestro Salvador y Abogado ante un amoroso Padre Celestial.