Cadena de fe en Honduras

Han transcurrido veinticuatro años desde que fui bautizado en Jalapa, Guatemala, y he encontrado la oportunidad para compartir cómo conocí el evangelio y los milagros que he presenciado. Todo principió con la visita del amigo de mi padre, Daniel Aragón, quien llegó a nuestra casa con dos misioneras Santos de los Últimos Días, las hermanas Marissa Farmer y Janeth López.  Mis padres, mi hermano y yo aprendimos sobre el evangelio restaurado y fuimos bautizados. El amor de los miembros del barrio nos ayudó a permanecer firmes e ir aprendiendo cada vez más sobre el evangelio. A finales de 1999, tuve el privilegio de salir a servir una misión de tiempo completo a Honduras,Tegucigalpa. 

Mi primera área en la misión fue La Villa de San Francisco. Mi compañero fue el élder Benjamín Hatch, quien me enseñó a dar mis primeros pasos como misionero. Un sábado por la tarde caminábamos por el pueblito cuando un hombre nos llamó, indicándonos que entráramos a su casa, a pesar de que la esposa nos hacía señas de que nos alejáramos. Algo inusual, ya que muchas personas nos cerraban las puertas porque no querían recibirnos. Decidimos entrar al hogar de Marlon y Adilia Rodríguez y de sus hijos Dariana de 6 años y Asdruval de 4 años. Fue fácil enseñarle a Marlon porque él era quien nos hacía preguntas y respondíamos con la ayuda del Espíritu. Luego asistió a la Iglesia, cumplió las metas y fue bautizado el 28 de enero de 2000.  Su esposa Adilia al verlo vestido de blanco el día de su bautismo, tuvo el deseo de ser bautizada también.

Marlon fue confirmado, se le confirió el sacerdocio Aarónico y se le ordenó al oficio de presbítero, el 5 de febrero del mismo año, y luego pudo bautizar a su esposa. Llegó el momento de los cambios, llegó el élder John Van Tassell, su experiencia y testimonio sirvieron para fortalecer la fe de esta familia.  Al llegar la hora de regresar a nuestros hogares, el élder Van Tassell expresó, dirigiéndose a la familia Rodíguez: “La misión que serví no hubiera sido igual sin ustedes, les amo muchísimo, me han dado tanto gozo, no puedo imaginar el gozo que siente nuestro Padre Celestial por ustedes”.

Un cita sobre la fe: 'La fe es una elección que se debe buscar y cultivar.'

Al regresar a mi país, continué comunicándome con la familia Rodríguez, a pesar de que no contábamos con la tecnología actual. En 2014, Dariana Rodríguez, la hija mayor, fue llamada para servir en la misión de Villa Hermosa México. Cuando volvió de su misión expresó: “Servir como misionera de tiempo completo ha sido la más grande experiencia de mi vida hasta el momento, ayudar a las personas a conocer estas bendiciones es el acto de amor más grande. Pude sentir el Espíritu muy fuerte que me testificaba que esta es la Iglesia verdadera'.

Las bendiciones continúan, actualmente Asdruval está sirviendo una misión en la República Dominicana. La familia Rodríguez fue bendecida con otra hija, Marla, quien ha llenado sus corazones de paz, amor y fortaleza, es un ángel especial. Desde que el amigo de mi padre llegó a nuestro hogar con las misioneras, la cadena de fe ha continuado, mi servicio misional no termina, es un llamamiento que llevo en el corazón. Al enseñar a la familia Rodríguez y luego ver que sus hijos fueron llamados a servir y enseñar el evangelio a muchas personas en otros países, mi corazón se llena de felicidad ya que es un efecto multiplicador.

El amor de los miembros de nuestros barrios hizo posible que mi familia y la familia Rodríguez fueran selladas en el templo. Testifico que el servicio misional es un servicio de amor, sin duda sé que Jesucristo dirige Su Iglesia por medio del profeta actual. Sé que el templo es la Casa del Señor en el cual podemos hacer convenios para poder tener las bendiciones de la vida eterna.