Agradezco que Dios está siempre cerca de nosotros cuando tomamos decisiones importantes, facilita los medios cuando con sinceridad deseamos obedecerle.
En el Antiguo Testamento está registrado el momento de la creación de esta tierra maravillosa. Nuestro Padre Celestial y Su hijo Jesucristo trabajaron arduamente en unidad para organizar la materia y elementos, además hicieron al hombre que fue su máxima creación. Fueron seis días de mucha actividad, después de contemplar la maravillosa obra tomaron el séptimo día para descansar.
En Génesis 2:2-3 dice: “Y acabó Dios en el día séptimo la obra que había hecho, y reposó el día séptimo de toda la obra que había hecho. Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había creado y hecho”. Menciona esta escritura que Dios bendijo ese día y lo santificó, dice: “porque en él reposó toda la obra”. Es maravilloso comprender y aprender el ejemplo que nuestro Dios supremo nos da.
Hay palabras claves que se describen en estos versículos, tales como: santificar y reposar.
Santificar: es necesario tener pensamientos y hechos constructivos, debemos considerar los actos de rectitud que podemos hacer en el día de reposo.
Reposar: es tomar el tiempo, hacer una pausa de nuestro trajín diario para centrarnos en Cristo. No es simplemente un día para descansar del trabajo cotidiano, sino que es un día sagrado que debemos dedicar a la adoración y a la reverencia.
El adorar en el día de reposo es una expresión de amor hacia Dios. Recordamos la señal entre él y nosotros, como dice en Éxodo 31:17: “Señal es para siempre entre yo y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó”.
He aprendido que el domingo es distinto a los otros días de la semana, es un día para adorar y alabar a Dios. En especial cuando asistimos a la capilla, participamos de la Santa Cena en memoria del Señor Jesús, ese es un momento para comunicarnos con Él con sinceridad y pedir que nos ayude y fortalezca en esta vida.
No debemos privarnos de recibir las bendiciones que Dios tiene para nosotros al esforzarnos sinceramente por ser obedientes, todos seremos probados con este principio del día de reposo.
Cuando era estudiante universitario, mis estudios demandaban mucho tiempo, ya que consistían en hacer planos, maquetas, proyectos y trabajo en grupo.
En una ocasión que tuvimos un proyecto grande, hablé con mis compañeros desde el inicio, les expliqué que asistía a la Iglesia de Jesucristo y que los domingos no podía reunirme en grupo. Hicimos un arreglo: me dijeron que tenía que trabajar el día entero los sábados y el lunes retomara las tareas de nuevo. Así lo hicimos. Por un momento pensé que me sacarían del grupo, pero fue, al contrario, me apoyaron para que asistiera a la Iglesia los domingos.
Agradezco que Dios está siempre cerca de nosotros cuando tomamos decisiones importantes, facilita los medios cuando con sinceridad deseamos obedecerle.
Sé que algunas personas están con el dilema si trabajan el domingo porque hay necesidad. He aprendido también que hay miembros fieles que deben trabajar los domingos por una razón justa. Su corazón y sus pensamientos están con el Señor en ese momento y anhelan estar participando de la Santa Cena y demás reuniones. Sigan orando para pedir una oportunidad para asistir a la capilla, sé que Él escuchará.
Enseñemos este principio a nuestros hijos. Ellos aprenderán a amar a Dios. Estando mis hijos pequeños, los invitaron a una fiesta de cumpleaños justo frente a nuestra casa, pero sería un domingo. Cuando regresamos de la Iglesia, la celebración estaba en desarrollo: la piñata, el pastel, los dulces, las risas de los niños. Todos entramos a la casa, mis hijos miraban por la ventana toda la actividad, me di cuenta de que querían ir, pero tuvieron la fuerza de voluntad para quedarse en casa y cumplir con el día de reposo. De pronto, tocaron nuestra puerta. Grande fue nuestra sorpresa al ver a los vecinos con un trozo de pastel y dulces para mis hijos, sabían que nuestra familia respetaba el domingo.
Cada persona tiene sus propias experiencias con este principio. Con mucha seguridad y convicción sé que es importante poner a Dios en primer lugar antes de cualquier cosa de este mundo. Él sabe y ve las intenciones que hay en nuestro corazón. Aprendamos a obedecer a Dios y disfrutar del día santo del Señor.
El Señor nos ha dado un mandamiento directo y claro en estos días para honrar el día de reposo. En Doctrina y Convenios 59:12, dice: “Pero recuerda que, en este, el día del Señor, ofrecerás tus ofrendas y tus sacramentos al Altísimo, confesando tus pecados a tus hermanos, y ante el Señor”.
Testifico con mi corazón que el día de reposo es un día para fortalecer nuestra fe y disfrutar de la bondad de Dios, al acercarnos más a Él. Vivir este principio nos santifica, nos bendice y reposamos en él. No descuidemos nuestra relación con Dios ahora más que nunca, en este momento le necesitamos. Usemos sabiamente nuestro albedrío obedeciendo lo que Él requiere de nosotros, en el nombre de Jesucristo. Amén.